Cuando se abordan las crisis vitales, muchas veces se omite el hacerlo con las crisis que se presentan en la adultez. Pero como en toda etapa de la vida, los años en que se avanza hacia la madurez personal también tienen sus crisis.
Antes de caracterizar alguna de las oportunidades que observamos en nuestra práctica y que ilustran lo que queremos desarrollar hoy, cabría hacer una breve mención al concepto de crisis, entendiendo a las mismas como algo esperable y a veces incluso necesario para el crecimiento. Aún cuando se supone (y esto es en la actualidad más una suposición ó un mito que una realidad comprobada) que la adultez es una etapa de relativa estabilidad, precisamente esa estabilidad es relativa, y son las crisis que se presentan en la misma las que también le dan su particularidad, haciendo notar a su vez que las mismas fueron históricamente desatendidas por los servicios de salud en general.
Varias son las señales que se presentan en esta etapa y que podemos caracterizar como de crisis, hoy señalaremos algunas de ellas:
- Crisis de pareja y su resolución. Dentro de ellas, discordancias entre el desarrollo de la pareja y el desarrollo personal de cada uno de sus miembros
- Posibilidad de que los hijos se independicen y continúen su vida fuera del hogar familiar (en muchos casos en otra localidad para proseguir estudios superiores)
- Integración de algún nuevo miembro al núcleo familiar (en muchos casos, la pareja de un hijo/a)
- Hijos que no consiguen emanciparse adecuadamente y permanecen al amparo de las figuras paterna y materna, “eternizando” su condición de adolescente
- Relacionarse con sus propios padres de adulto a adulto, entendiendo que la madurez del adulto indica a su vez el camino hacia la vejez de aquellos. Sobre este último punto muchos autores coinciden en relacionar el fallecimiento de los progenitores (en este momento vital) como el inicio de la crisis de la edad media, crisis que está definida por la percepción de que evolutivamente somos los próximos en partir, que ya no queda nadie por delante de nosotros.
Es interesante notar como, en la actualidad, el aumento de la esperanza de vida, ha creado nuevas exigencias adaptativas y por ende nuevas crisis. Con este panorama a la vista, nos parece oportuno hacer hincapié en la posible preparación personal y contextual para afrontar estas crisis, entendiendo que con una red social adecuada podrán atenuarse sus efectos negativos y aprovecharse los que puedan aportar algo positivo al desarrollo personal.