Uno de los temas que más preocupan a la familia en nuestros días es el de “los límites”. Nos parece oportuno recordar las dos funciones básicas que corresponde ejercer a los padres en el ámbito familiar: la función nutricia y la función normativa, también llamadas de crianza y educación respectivamente, destacando que en todos los casos, al hablar de los límites, estamos haciendo referencia a la segunda.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de límites? ¿Cómo entendemos los límites en el ámbito familiar? ¿Quiénes deben encargarse de llevar a cabo su puesta en práctica en la vida cotidiana?
Rescatamos varias definiciones de “límite” que fueran dadas por los participantes de un taller para padres que se realizó desde el CEF, hace un tiempo: amor, cuidar, afecto, respetar, pautas, dificultad, construcción, norma, necesario, contención.
Vemos que aquí aparecen varias cuestiones relacionadas: se percibe a los límites como algo necesario, pero a su vez difícil de ejercer; también el poner límites tiene que ver con contener, cuidar, y ésta es una forma de dar amor y afecto. Por otro lado, es evidente que el “poner límites” en el marco de la familia es generar ciertas pautas ó normas que, partiendo del respecto a las mismas, permitan una convivencia familiar más armónica, lo cual no significa exenta de dificultades.
También creemos que es necesario que los límites sean construidos en el marco de la familia, básicamente como una función indelegable de los roles parentales. De no ocurrir ello, y como la conducta de un niño ó adolescente siempre necesita ciertas pautas entre las cuales encuadrarse, pueden desencadenarse situaciones conflictivas que, en mayor ó menor grado, conduzcan a crisis de resolución más dificultosa, frente a las cuales la propia familia muchas veces no cuenta con recursos propios para resolverlas.
En esta crisis de la familia del nuevo siglo, es llamativa la dificultad para ejercer esta “puesta de límites”. Consideramos que, encuadrada dentro una crisis social general propia de la posmodernidad, esta dificultad obedece principalmente a responder a mandatos del tipo “quiero que a mis hijos no les falte nada” ó “no quiero que sufran”; y, al momento de tener que poner los límites, que significan una frustración al deseo de los hijos, entran en contradicción entre sí debilitando las funciones parentales, cuando lo mejor es fortalecerlas.
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